En este post os facilitamos el enlace a un blog en el que podemos encontrar diferentes proyectos como son: La mariquita o Sarantotón, El agua o Los peces.
http://trabajarproyectos.blogspot.com.es/
martes, 23 de junio de 2015
Ejemplo del trabajo por proyectos 2.
Otro de los ejemplos del trabajo por proyectos, es el de las prácticas llevadas a cabo por
Mari Carmen Díez Navarro, maestra y psicopedagoga. Entre ellas, nos gustaría
hacer mención a una muy divertida como es el proyecto llamado “El restaurante
es de todos” que podemos ver dentro del libro Mi escuela sabe a naranja.
El restaurante es de todos.
Nace un interés colectivo.
El
discurrir natural de la vida de un grupo contiene tantos avatares, tantos
detalles, tantas palabras, tantos sentimientos, tantos rincones, tantos espejos
multiplicados, tanta complejidad…
Se
juntan las costumbres con las sorpresas, los disgustos con las sonrisas, las
manías con los aciertos, los saberes, los quereres…, y sale una mezcla ruidosa,
burbujeante, explosiva, ¡y tan llena de vida!
Juan
nos venía hablando del restaurante que sus padres tenían en mente desde que
llegaron de la Argentina hacia el mes de febrero del curso pasado: «Que si ya
encontramos el local, que si tuvimos que dejarlo, que si costaba mucha plata,
que si no tenía salida de humos, que si las persianas no funcionan, que si ya
tenemos los platitos de un vidrio muy lindo…».
Así
que nos alegramos mucho cuando este septiembre nos lanzó la gran noticia: «¡Ya
abrimos el restaurante! Se llama Bígoli y quedó muy, muy bien, y hay que
“resegar”» la mesa, o no tienes lugar». De hecho, Juan no hablaba de otra cosa
que de aquel sueño familiar, que al fin se había hecho realidad.
Una
mañana explicó que se había encontrado con Yoel en el Makro, que es una tienda
muy grande a la que sólo pueden ir «los que tienen la tarjeta».
-¿Qué
tarjeta?, preguntaron varios niños a la vez, y él dijo que era la tarjeta de
las personas que tienen un restaurante.
-¿Pero
es que tú también tienes un restaurante?, le pregunté extrañada a Yoel.
-Sí,
se llama Maristo, dijo él tan tranquilamente.
-¿Y
cómo es que nunca lo habías dicho?
-No
se…
Distintos
modos los de estos dos niños de salir al exterior, de explicar las cosas, de
transmitir sus vivencias familiares, de hacerse presentes en el grupo.
Distintos ritmos y aterrizajes en la realidad social de la escuela, y de la
clase.
Abrir el tema
Carlos
lanzó la idea de montar un restaurante en la clase como los de Juan y Yoel. Y a
pesar de que el entusiasmo era creciente en torno a los restaurantes, pensé que
vendría bien nos centrarnos tanto en ellos dos y hacer más extensiva al grupo
la tarea, con lo que repartiríamos el protagonismo entre los dos niños y
preveníamos posible rivalidades. Esta apertura del tema también serviría para
implicar a las familias, para pensar juntos sobre el hecho de trabajar…
Así
pues, un día nos sentamos a hablar a partir de algunas preguntas: ¿qué es
trabajar?, ¿para qué sirve?, ¿cómo se trabaja?, ¿vuestros padres trabaja?, y
nosotros ¿trabajamos? Mientras se iban leyendo las encuestas, fabricamos
gorros, delantales, servilletas de papel, posavasos, floreros, «cartas» (con
recortes de revista de cocina), carteles de publicidad…Clasificábamos todo lo
que había en la cocina y situábamos el material preciso en una mesa preparada
para ello. También ensayábamos el saludo para entrar y salir, el decir por favor y gracias, el llamar al
camarero, el preparar comidas, el poner la mesa, el llevar las bandejas (con
dos manos, con una, con vasos altos, bajos, con peso, sin él…), el contar
nuestras existencias de platos, vasos, comida…
Juan
había dicho que las mesas tenían números,
«que no estaban escritos, pero que todos los camareros sabían». Le dije que
era mejor escribirlos para que no nos confundiéramos, así que Claudio elaboró
unos cartelitos con el uno, el dos, el tres y el cuatro, y los dejamos en la
mesa donde estaba todo lo del restaurante.
Bautizamos
nuestro restaurante
Nos faltaba el nombre. Cada cual propuso el
que quiso y hubo una votación que ganó por mayoría. Restaurante Aire Libre. Yo
voté la propuesta de Francisco, que presento como nombre para nuestro
restaurante Fin, argumentando que lo proponía por ser un nombre corto y porque
además, tenía su letra, la «efe. Era la primera vez que Francisco argumentaba
una propuesta
Al día siguiente llegó Chimo muy excitado,
diciendo que había pensado en un nombre para el restaurante mucho mejor que el
que habíamos elegido. Le dije que no íbamos a volver a votar, pero que de todas
maneras nos lo dijese. Era: El restaurante
de todos, porque «cómo iba a ser de todos nosotros»…, argumentaba ilusionado.
¡Casi cambio de opinión! ¡Menudo nombre tan socializados y tan amigable!...
Para no sentar precedentes y evitar líos en el futuro con respecto a las
votaciones, me mantengo en lo dicho, pero insisto en que se trata de un
magnifico nombre para nuestro restaurante.
Todo el mundo tenía algo que contar o
proponer, así que sobre la marcha añadimos la colocación de flores en cada
mesa, la ubicación de los camareros, los clientes, los telefonistas-cobradores,
el de la barra, los cocineros, las velas encendidas, la música, el dinero
(euros fotocopiados), cacahuetes de la cocina, palillos que trajo Mar, galletas
que trajo Javi, caramelos que trajo Andreu…
La
inauguración
El
día de la inauguración, 15 de octubre de 2002, había cuatro mesas preparadas en
la clase, que fueron dispuestas con los manteles y la loza de lujo, siguiendo
las indicaciones las madres, y contando con el acuerdo de todo el grupo. Dos de
las mesas eran de cuatro personas, una de seis y una de dos, y resultaron
preciosas.
Cuando
todo el mundo estuvo colocado en su sitio: -los cocineros con sus gorros y
delantales, el telefonista con la caja registradora y el teléfono, la chica de
la barra con todo bien ordenado y a mano, los camareros armados de bandejas,
blocs para anotar, y delantales, y los clientes con los euros en el bolsillo y
fuera de la clase para hacer una «entrada triunfal», -yo, que hacía de maître,
abrí las puertas y di por inaugurado nuestro Restaurante Aire Libre.
Eran
las diez y media de la mañana y estuvimos hasta la una ocupadísimos. Por la
tarde repetimos la sesión, pero cambiando los papeles, previo sorteo otra vez.
Tanto por la mañana como por la tarde hubo orden y concentración. Todos
cuidaban el material, utilizaban los saludos y modos de comportarse que
habíamos acordado, aceptaban las normas del juego y, a la vez, lo pasaban
estupendamente.
Surgieron
algunas variantes particulares: los cocineros salían a servir las mesas,
deseosos de entrar en acción. Los camareros ¡hablaban de usted!, diciendo simpáticamente:
« ¿qué desean ustedes?», «¿quieren que les atienda?», «¿les sirvo algo para
beber?»… y otras lindezas por el estilo.
Todo
lo que había en la cocina y en la barra se fue utilizando hasta que éstas quedaron
vacías: las cuatro mesas estaban abarrotadas de manjares. Se escuchaban unos
brindis muy graciosos: ¡salud!, ¡a tu buena salud!, ¡por ti!, ¡por tu novio!,
¡por los Elefantes!, ¡por mi madre!...
Nadie
se peleaba, no hubo disgustos, ni líos. Apenas unas pequeñas trastadas: en la
mesa número 4, se encendieron unos palillos festivamente, y en la mesa número
1, la de la vajilla de lujo, hubo algún que otro derramamiento de agua, «para
que los platos brillaran aún más»…
Durante
los tres días siguientes, el restaurante estuvo abierto en un juego libre, sin
sorteos y con nuevas aportaciones, que redoblaron el éxito de los días
anteriores.
Cuando
llegaban los padres a recoger a los niños, eran invitados a sentarse y a tomar
algo. Lo pasamos muy bien. También vino gente de otras clases a mirar, y las cocineras,
y los maestros. Los «habitantes» del restaurante casi ni se daban cuenta, ¡cómo
estarían metidos en faena! Cantaban canciones alusivas, que las familias o yo
les habíamos enseñado: «Camarera, camarera, eres la camarera de mi amor», «En
este bar te vi por vez primera». ¡Todo un ambiente!
La propina
Coincidió
que uno de esos días le hicimos unas despedida a Consuelo, nuestra cocinera
desde hacía veinticinco años, con motivo de su jubilación. Fue muy bonito oírla
hablar de cuánto había disfrutado en su trabajo y del miedo que tenía a echar
de menos su cocina y a todos nosotros. Le regalamos flores, dibujos, una
maceta, una placa, un libro y un álbum con fotos de «recuerdo». Ella nos
preparó uno de nuestros manjares preferidos: «la tarta del cole», que nos
tomamos trivialmente. Todos
relamiéndonos mientras ella lloraba…
Por
la tarde saqué el tema de si a la gente le gustaba su trabajo tanto como a
Consuelo y a mí. Los alumnos fueron por las clases preguntando a los maestros y
todos dijeron que sí que les gustaba su trabajo. Susana dijo que le encantaba
la oficina, y Paqui, Mari y Ana les dijeron que les gustaba guisar y tenerlo
todo limpio, aunque a veces se cansaban bastante. Guillermo comentó que su
padre aún no le había dicho si le gustaba su trabajo o no, pero que él creía
que «regulín», porque lo veía cansada muchas veces.
El
día que desmontamos nuestro restaurante hubo añoranzas anticipadas, quejas y
propuestas de repetición. Se me ocurrió entonces decirles (quién sabe si por
alargar la experiencia) que nos faltaba una cosa por aprender sobre los
restaurantes: lo que era una propina. Ninguno sabía qué podía ser, así que lo
expliqué en un momento y luego se lo fuimos preguntando a todo adulto que
entraba por la puerta.
Les
hice una «prueba de propina», que consistía en resolver una especie de
problema: «imagínate que va con tus padres a comer al restaurante de Juan o al
de Yoel y al iros os dicen que tenéis que pagar ocho euros. Si queréis dar una
propina, ¿cuántos euros tendréis que pagar?». Podían decir uno o dos euros de
más, o cincuenta céntimos, pero no mucho menos, ni tampoco mucho más. ¡Era tan
chocante verlos pensar en ello! Fue un rato muy divertido para mí.
Días
después, la madre de Yoel trajo un bogavante vivo, que provocó muchas
preguntas, algunos sustos y bastante lástima entre los amantes de los animales,
que sufrieron al saber que iba a morir metido en el arroz caldoso del
restaurante. Lo tuvimos todo el día en la escuela, un rato para mirarlo y
dibujarlo, otro para enseñarlo clase por clase y el resto del tiempo metido en
la nevera. Marta lo llamó «Bustamante», Andreu «Gustamante» y Francisco,
«Justamante». Unas adaptaciones bastante interesantes. Le compusieron unas
poesías, que resultaron muy graciosas:
Bogavante
Eres un pinpante
|
El bogavante
Es como un elefante
|
El
animal también nos sirvió para acudir al diccionario, leer y fotocopiar la
definición y descripción del bogavante, y para ver un esquema en el que
aparecía todas las partes de su cuerpo, entre ellas el ano, palabra que tuvo
notable éxito entre los niños. Esa tarde todos se llevaron la receta de Yoel,
por si alguien se animaba a cocinarlo.
Ecos en el piso de abajo
A
cuenta del restaurante ha surgido otras cosillas, (también como una propina),
que hacen pensar en el piso de abajo
afectivo de los participantes en este proyecto de trabajo:
Cuchillos
peligrosos
El
día que montamos el restaurante, utilizamos vajillas, copas, servilletas,
manteles y cubiertos << de verdad>> traídos por los padres de Yoel,
y al comentar el peligro de los cuchillos, Arnau empezó con sus habituales
supuestos terroríficos:
-
¿Y si un bebé toca el cuchillo por el lado
que corta, y se hace sangre, y luego se lo clava en la barriga?
-
Lo verían sus padres…
-
No, se habían ido a trabajar.
-
Lo dejarían con alguien que lo cuidase.
-
Pero se durmió su cuidadora.
-
Pues sí, en ese caso si que se podría cortar.
-
¿Y si se le cae un cuchillo de punta en la
cabeza a un bebé?
-
Pero, ¿por qué dices todo esto, Arnau?, ¿Es
qué tienes miedo de que le pase a tu bebé alguna de estas cosas?
-
Sí.
-
Pues no le va a pasar nada, no te preocupes.
Aunque a veces tu las pienses, esas cosas no le pasarán, ya lo verás. Lo único
que pasará es que te tocará que llore y mareé un poco.
-
Eso, y que huela a caca, añadió Alexandra.
-
Eso, corroboró Marina.
Equilibrios
inestables.
En
el ensayo con las bandejas hubo un detalle gracioso. Los niños que presumieron
de lo bien que sabían ellos llevar las cosas en las bandejas, fueron lo únicos
que tiraron los vasos, y hasta la misma bandeja en algún caso, cosa que hizó
exclamar a Joanna: << eso es por ir tan deprisa, y por decir que ya
sabían llevar las cosas como los camareros>>.
Luego,
al colocarse la bandeja enristre, notamos que la mayoría la cogía con la mano
derecha, y algunos con la izquierda. Eso hizo que se hablara de zurdos y
diestros, y que se destapara la ilusión omnipotente de uno de los niños de ser
ambidiestro:
-Yo
sé hacer las cosas con las dos manos igual y mi abuelo me ha dicho que es
porque soy ambidiestro.
-Pero
tienes una mano <<preferida>> con la que comes, coses, pintas
mejor.
-No,
mira y verás cómo cojo la bandeja con las dos manos igual.
Aquí
hubo un intento de demostración, que acabó con el derramamiento de todo el
contenido de la bandeja, y con la constatación de que eso de ser ambidiestro
<<no era seguro>>, y de que el niño en cuestión parecí un zurdo
verdadero (y a mucha honra).
Pequeñas frustraciones
Francisco
porque no le tocó en el sorteo ser camarero, que era lo que él quería. Al rato
de estar llorando, miró de reojo el buen juego que había, y que él se estaba
perdiendo, y se levantó de un salto y se sentó en una mesa libre, y gritando:
<<¡Por favor, camarero, tengo hambre!>>.
Comportamientos variables
Uno
de los niños cuando era cliente se portó fatal en su papel de cliente, y en
cambio, cuando hizo de camarero fue un modelo de delicadeza y servicialidad.
¿Deseo el mando? ¿Costumbre de divertirse transgrediendo las normas?¿Necesidad
de ser mirado?...
Ascos
-Hay
comidas que dan asco, dice una niña viendo la
carta de nuestro restaurante. A mí me da asco el puré de verduras.
-Es
verdad, a mí también, apoya Guillermo.
-Decid
que no os gusta, pero no que os da asco, porque a otros les gusta, y además es
una buena comida.
Alexandra
dice entonces que a ella si le gusta el puré.
-Hay
también niños que dan asco, sigue comentando la niña.
-¿Sí?
¿Y eso por qué?
-Pues
si un niño escupe en la mesa y toca zzel escupido>>, a mí me da asco y
tengo que mirar a otra parte para que no me dé angustia.
-¿Y
por qué no se lo dices al niño que lo hace? Así sabría que esas cosas no le
gustan nada a los demás.
-Pero
es que entonces tengo que verlo, y yo no quiero verle las salivas salidas de la
boca…
-Eso
es verdad. Bueno, pues díselo después.
-No,
es mejor ponerme en otra mesa.
-Pero
eso no es mejor para él, porque lo seguirá haciendo. Si quieres, llámame a mí,
y yo se lo diré, ¿qué te parece?
-Bueno,
dice poco convencida.
Concomitancias
Como
en el restaurante de todos querían limpiar, ordenar y cocinar, surgió, por
extensión, el tema de los trabajos en la casa. Suscitó el asunto la madre de
Marc, que me lanzó la sugerencia-demanda: <<Podrías hablar un poco de las
tareas de la casa, porque mi hijo dice que sólo la hacen las chicas, y que él
no tiene por qué recoger, ni limpiar, ni hacer las camas porque es chico, así
que llevamos unos días a todo discutir>>.
Efectivamente,
lo hablamos en clase y Marc defendía su postura con cara de genio, pero sin
argumentos convincentes. Como me pareció que el tema era interesante, elaboré
una pequeña encuesta que todos contestaron y que arrojó unos curiosos
resultados:
•En
todas las familias se valoró el hecho de hacer las tareas en colaboración,
aunque muchas veces se reconocía que, <<por las prisas>>, las que
más trabajaban en las casas eran las mamás o las chicas que venían a limpiar.
•Se
clasificaron las tareas. Unas eran <<para todos>> (limpiar la mesa,
tender, ordenar, barrer). Otras <<para los niños de la casa>>
(recoger trastos, poner la mesa, quitarla, hacer las camas…). Y otras para
<<los mayores sólo>> (encender el horno, planchar, poner la
lavadora, cortar el jamón).
•Surgieron
discusiones entre los hermanos mellizos. Ella se quejaba de él con
acaloramiento: <Tú te vienes a mi cuarto para no recoger el tuyo, y empiezas
a guardar, pero no sigues y te vas a hacer pis a la hora de quitar la mesa
y…>>. Él se defendió mal, y tuvo que reconocer que la colaboraba poco y
que su mamá se disgustaba con él, y su hermana aún más.
•Algunos
de los padres de la familia cocinaban, compraban, tendían, sacaban la basura,
bañaban a los niños…, pero no planchaban, ni ordenaban, ni cosían. A pesar de
la constatación de estos hechos no hubo críticas, ni alusiones personales. Los
distintos papeles no fueron apenas cuestionados. Quizás el tema les pillaba
lejano, y se implicaron menos que otras veces. O tal vez vino impuesto por los
adultos. El caso es que no aterrizaron en ellos mismos, ni cayeron>> en
la trampa aleccionadora que queríamos tenderles.
Y otras menudencias
Además
del restaurante, van sucediendo otras muchas cosas. Nos llega de nuestros
amigos de Málaga, cargada de fotos de los niños, de la clase, de dibujos y de
una buena explicación (con foto y todo) de su máquina de calcar.
Enseguida
Francisco propone contestarles. Empiezan a dictar y les cuentan a sus amigos
malagueños que tenemos un restaurante, que Yoel ha traído un bogavante vivo,
que el padre de Claudio ya ha acabado la máquina de calcar y la vamos a
decorar, que estaban muy preocupados por los bogavantes sucios por culpa del
Prestige, y por los delfines, los peces y los demás animales muertos…
¿Trabajo o juego?
Éste
ha sido un proyecto de trabajo más parecido a un juego colectivo que a ninguna
otra cosa. <<Parece que estamos haciendo un teatro>>, dijo Carlos
en plena vorágine hostelera. Y yo me pregunto por enésima vez:
•
¿Será verdad que se puede aprender jugando?
•
¿Será lo mismo trabajar que jugar a estas edades?
• ¿O
será perder el tiempo esto de abrir un restaurante en la escuela?
Por
despejar mis propias dudas y <<remordimientos>> he hecho un listado
rápido con algunas tareas que hemos llevado a cabo estos días:
•Hemos
estado hablando sobre qué es trabajar, sobre los oficios, sobre las diversas
tareas, costumbres y normas de los restaurantes, sobre los criterios que sigue
el que abre un negocio: tratar bien, hablar de tú o usted, hacer o no
publicidad.
•Hemos
escrito nombres de restaurantes, hemos elaborado cartas con los menús y los
precios de las comidas, hemos confeccionado carteles de publicidad.
•Hemos
leído palabras extraídas de las cartas de los restaurantes de Juan y de Yoel:
Bígoli y Maristo.
•Hemos
contado los panes, huevos, frutas, tazas, platos, cafeteras, vasos, cubiertos,
servilletas que teníamos.
•Hemos
numerado las mesas de nuestro restaurante.
•Hemos
fabricado billetes de euro fotocopiados y los hemos repartido a cada cliente,
correspondiéndoles un billete de cinco, otro de diez, otros de veinte y otro de
cincuenta euros a cada uno. Hemos puesto el precio en euros de cada plato.
•Hemos
organizado las mesas de tal manera que a cada cliente le correspondía una
servilleta, un vaso, un plato, un cubierto… Hemos hecho correspondencias entre
conjuntos: flores-mesas, billetes-clientes,
cubiertos-platos-sillas-copas-clientes. Una taza por persona…
•Hemos
observado y manejado muchos materiales, trabajando de manera natural los
conceptos: lleno, vacío, seco, mojado, encima, debajo…
•Hemos
organizado el espacio de la clase de otra manera, teniendo cuidado con el
material y acordando las normas.
•También
hemos organizado turnos sorteando los personajes, pidiendo permiso para hacer
las cosas, votando…
•Hemos confeccionado gorros, manteles,
posavasos… Hemos barrido, hemos ordenado, hemos doblado servilletas de tela,
hemos dibujado, hemos recogido, hemos hecho equilibrio con las bandejas, hemos
recortado, hemos pintado…
•Hemos
cantado: Eres la camarera de mi amor,
En este bar te vi por vez primera,
Cuéntame qué te pasó.
•Hemos
averiguado el significado de muchas palabras: herramienta, utensilio,
jubilarse, trabajar, publicidad, técnica, reservar, atender, presa, embalse,
escribir, cliente, hablar de usted y hablar de tú, propina…
Y al
ver cuánto trabajo se ha hecho, mientras jugábamos, he llegado al
convencimientos de que nuestros fervientes y maestriles cuidados para que los
niños <<no pierdan el tiempo>>, <<para que no les queden
lagunas>>, <<para que maduren y sean autónomos>>…no son más
que los viejos miedos de siempre <<a que no se nos desmanden>>,
<<a que no se nos distraigan>>, << a que no aprendan>>.
¡Mira
que si nos aventuramos a dejarlos jugar y disfrutar en la escuela y nos damos
cuenta de que así también están aprendiendo, y no les hacemos tanta falta como
quisiéramos con nuestras <<motivaciones>>, nuestras
<<fichitas>> y nuestras ristras de objetivos por cumplir!
¡Mira
que si probamos a hacer cosas nuevas y les gustan más que las otras!
¡Mira
que si, con tantas <<modernidades>>, se olvidan de nosotras las
sufridas maestricas!.
Ejemplo del trabajo por proyectos 1.
Ejemplo de un Proyecto de Infantil: “Mi padre y mi abuelo pescaron
un sargo”
Septiembre,
2013. Miguel López Melero y María José Parages.
Pensamos que con un ejemplo de un proyecto de investigación se
comprenderá mejor todo cuanto hemos ido explicando en los nueve artículos
anteriores sobre cómo, a nuestro juicio, se debe trabajar en una aula inclusiva
donde el conocimiento se va a construir de manera social. El proyecto que hemos
elegido es el de una maestra de Infantil con un grupo de niños y niñas de 4 y 5
años. El colegio está en una Zona costera de Málaga, concretamente en la
comarca de la Axarquía. Siguiendo todos los pasos, la síntesis sería la
siguiente:
Á M B I T O D E L P E N S A R
ASAMBLEA
En la Asamblea inicial los niños y niñas se interesaron por los
peces que veían muertos en la playa cuando van a jugar o a bañarse. Y en la
conversación una niña comentó que su abuelo y su padre van mucho a pescar y un
día pilló un pez muy grande.
Surge la situación problemática:
“Está bien o está mal matar peces
pescando”
Van surgiendo cuestiones sobre que sabemos y otras sobre qué
queremos saber.
¿Qué sabemos?
-Que comemos peces y por eso los
pescamos
- Que en la playa hay muchos peces muertos
- Que en el mar hay muchos peces
…
¿Qué queremos saber?
- ¿Cómo se llaman los peces que vemos?,
- ¿Se mueren cuando los sacamos del agua?
- ¿Cómo respiran en el agua y no se ahogan?
- ¿Qué comen los peces?
…
Título del Proyecto de Investigación: “Mi padre y mi abuelo pescaron un sargo”
Y lo situamos en la Zona de la afectividad porque la situación
problemática que vamos a resolver es una cuestión de normas y valores.
PLAN DE ACCIÓN (Grupos Heterogéneos)
El plan de acción consta de los aprendizajes genéricos y específicos.
Para adquirir los aprendizajes genéricos siempre se construye algo (plan de
operaciones). Uno de los grupos decide construir una pecera, otro un teatro y
el último un collage.
Comenzamos el trabajo en grupo en la Zona de Pensar. Aquí se realizan dos tipos de planificaciones. Se
planifica siempre con ayuda de la maestra los aprendizajes genéricos: lo que
queremos construir para contarle a las demás personas de la clase lo que
averigüemos. Para ello vamos a pensar lo que necesitamos de cada una de las
dimensiones o zonas.
De la Zona de Procesos cognitivos y meta-cognitivos necesitamos:
- Agrupación, seriación y clasificación de fotografías de peces de
la `playa.
- Asociación: fotos de peces y lugar donde viven.
- Secuenciación del proceso de reproducción de los peces a través
de imágenes.
- Puzles de imágenes del mar con peces diferentes.
-Elaboración del plan de operaciones necesario para iniciarse en
la escritura y lectura de palabras (direccionalidad, organización y orientación
espacial, etc.)
De la Zona de Lenguaje necesitamos:
-Cada uno de los grupos ayudados por la maestra buscará
información en el ordenador de clase o en los libros de la biblioteca de la
clase o en los traídos de casa.
-Se escribirán y dibujaran los carteles con palabras sobre peces y
sus nombres, con ayuda de la profesora. Realizarán lectura global asociando
imagen y palabra.
- Se escribirán números y se realizarán sumas sencillas
relacionados con los peces y la pesca del pueblo.
- Lectura de imágenes y palabras en los libros construidos y en
los de la biblioteca.
- Escribirán un cuento, trabajando la estructura elemental de
(inicio, nudo y desenlace), sobre algún o algunos peces, para representarlo.
- Lectura y audición de cuentos y poesías, por ejemplo: Cuento
Crispín el delfín, Poesía “La escuela del fondo del mar” de Gloria Fuertes.
- Realización de material decorativo con pintura de dedos.
- Realización de disfraces para el teatro con materiales
reciclados.
- Audición de canciones: Donde están las llaves, Bajo el mar, Los
pececitos que van por el mar, El Tiburón, etc.
- Modelado con plastilina o barro de los peces.
De la Zona de Afectividad necesitamos:
- Acuerdo de normas para cuidar a los peces.
- Acuerdo de normas para la conservación y el cuidado del
ecosistema marino.
- Recordamos las normas para hacer un teatro y un collage.
- Juego simbólico con los disfraces construidos para el teatro y
con las figuras de peces traídas de casa.
De la Zona de Autonomía necesitamos:
-Construcción de los proyectos.
- Juego psicomotriz, paseamos por el mar.
- etc.,
Elegimos los materiales y recursos necesarios para hacer nuestra
construcción y pedimos la aportación de las familias de pecera, peces, comida,
arena disfraces, complementos, juguetes, cuentos, fotografías, libros, pelis,
etc. Y acordamos lo que cada persona del grupo va a hacer en cada una de las
zonas. Planificamos con ayuda de la maestra los aprendizajes específicos: Lo
que cada persona del grupo necesita o quiere mejorar de cada una de las
dimensiones, (atención, memoria, expresión oral o escrita, conocimiento de
normas, autonomía, etc.). Según esta necesidad iremos escogiendo la
responsabilidad a asumir dentro del grupo. Así por ejemplo, Coordinador será
quien no conozca las normas, Responsable de material será quien necesite mayor
autonomía, Secretario/a será quien necesite una mayor atención o memoria,
Portavoz será aquella persona que necesite mejorar su expresión lingüística.
También se planifican los imprevistos que puedan surgir y posibles
soluciones a los mismos o a quien pedir ayuda en caso de necesidad. (Los ¿Y
sí…?)
Á M B I T O D E L A C T U A R ACCIÓN
En Educación Infantil, una vez terminada la planificación del plan
de acción cada grupo irá realizando en cada una de las zonas todo lo acordado.
En el caso de la pecera, ésta se construyó y se situó en la zona de la
afectividad y se utilizó junto al decorado del mar y los peces construidos con
barro y plastilina, para representar el teatro. Se realizó la representación
del teatro: Los pececillos de vuelta al mar. Que cuenta la historia de unas
pescadoras que pescaban peces recién nacidos y de un niño y su amigo que cuando
les ven sacar el copo, les explican que a esos chiquitines deben devolverlos al
mar para que se alimenten y pescarlos cuando hayan comido mucho, se hayan
reproducido de nuevo y sean grandes. También cada grupo ha hecho un mapa
conceptual con los aprendizajes que han adquirido en este proyecto.
ASAMBLEA FINAL
Cuando todos los grupos finalizaron su construcción volvemos a la
Asamblea donde cada portavoz ayudado por su grupo irá contando todo lo sucedido
durante el proceso desde lo planificado hasta lo construido, y presenta el mapa
conceptual del grupo (Aprendizajes genéricos). Analizamos entre todos los
errores y los convertimos en nuevos aprendizajes. Analizamos, también, si se
han conseguido modificar las peculiaridades en cada una de las dimensiones de
cada uno de cada grupo (aprendizajes específicos) y si hemos dado respuesta a
la situación problemática o no.
Analizamos también las siguientes cuestiones:
- Ha sido motivador para el alumnado
- Los materiales han sido apropiados.
- La organización de los espacios y tiempos ha sido correcta.
- Se han realizado las planificaciones
- Se han mejorado las peculiaridades.
- La participación de las familias ha sido buena.
- La coordinación con el ciclo y con los ciclos de Primaria, en la
salida ha sido buena.
Con las aportaciones de todos los mapas conceptuales de los grupos
elaboramos el mapa conceptual que es como la síntesis de los aprendizajes de
cada niño y niña. Este mapa conceptual cada cual lo guarda en su archivador
como producción de su trabajo. Al final de esta conversación o durante la misma
normalmente surge una nueva situación problemática y se inicia un nuevo
proyecto de investigación. En esta ocasión algunas familias de pescadores
vinieron y participaron contándonos lo duro del trabajo del mar y surgió el
deseo de ir a visitar Selwoo Marina.
La comunicación como elemento fundamental en Educación Infantil.
Bien
es sabida por toda la sociedad, la importancia de la comunicación en nuestros
días, ya que estamos rodeados de diferentes medios que nos acercan la
información de multitud de formas, pero ¿cómo se trabaja la comunicación en
Educación Infantil?
Gracias
a la perspectiva sociointeraccionista hemos comprendido que tanto la concepción
global que tiene el lenguaje (ya que no se puede fragmentar en partes ni
reducirlo a un solo ámbito de nuestra vida) como su situación en contextos
comunicativos son necesarias para el desarrollo del lenguaje. Por lo que,
además de la función empleada por el cerebro en la adquisición de éste, los
niños/as necesitan de sus familias y de otros adultos que tengan un papel
activo en el proceso de construcción del lenguaje. En este punto es donde
entramos en juego los/as docentes de Educación Infantil, proporcionándoles
diferentes situaciones comunicativas que les ayuden a aumentar y mejorar
de forma progresiva su comunicación. (Acosta, V. 2003)
La
comunicación nos sirve para conectar con otras personas, expresar nuestras
ideas, sentimientos, opiniones, gustos… así como establecer lazos de amistad,
informar sobre hechos, enseñar, debatir, solucionar conflictos… Son muchas las funciones de la comunicación,
por ello debemos crear situaciones que toquen todas y cada una de ellas. La
asamblea, en Educación Infantil, se convierte en el lugar idóneo donde
llegar a cabo las diferentes funciones comunicativas. En ella podemos hacer que
los niños/as expresen sus sentimientos mediante un cariñograma o que debatan
pequeños conflictos que surjan en clase como quién ha empujado a quien. No solo
debemos crear estas situaciones sino que también debemos enseñarles a jugar
con el lenguaje mediante retahílas, trabalenguas, canciones, cuentos…
aumentando sus posibilidades de acción.

Según los estudios realizados por diferentes
autores, entre los que destacamos a Juárez y Monfort (2002), manifiestan que la
mejor forma de adquirir los aprendizajes es acercándolos a la propia vida, es
decir, a situaciones comunicativas reales. Así pues, podemos afirmar que
para cumplir con esta declaración, el trabajo por proyectos es el que ofrece
una respuesta más apropiada.
El
trabajo por proyectos aporta una participación más activa por parte del
alumnado, algo fundamental si lo queremos es mejorar la comunicación de los
aprendices. Igualmente, esta metodología nos hace tener en cuenta aspectos
imprescindibles como son las características del niño/a, de su familia, del
entorno escolar y del entorno social en el que se desenvuelve habitualmente. De
esta forma, podremos atender a cada uno/a de ellos/as proporcionándoles la
intervención necesaria pero sin ningún tipo de exclusiones.
Podremos
llevar diferentes programas de estimulación del lenguaje a nuestra
clase, siempre dentro del proyecto trabajado en la misma y respondiendo a las
situaciones cotidianas de las que hablábamos anteriormente. Unos buenos
ejemplos son el propuesto por la FEPAL
en 2009 o la “Guía práctica de
estimulación del lenguaje oral” del CEPE, J. C. Arriaza.
No
debemos olvidar que la comunicación es la clave para trabajar todas las áreas y
competencias que nos marca el currículum de Educación Infantil, por lo que
debemos tener en cuenta su importancia social y personal y nuestra labor, como
docentes, de acercarlo de la mejor forma posible. No se trata de un trabajo
fácil pues requiere tiempo y dedicación, se debe investigar, estudiar, evaluar…
hasta llegar a conseguir la mejor forma de enseñar a comunicar.
Referencias:
Acosta, V. (2003). Las prácticas educativas ante las dificultades del lenguaje. Una
propuesta desde la acción. Ars Medica: Barcelona.
FEPAL en 2009
Guía
práctica de estimulación del lenguaje oral” del CEPE, J. C. Arriaza.
Juárez, A. & Monfort, M. (2002). Estimulación del lenguaje. Santillana:
Madrid.
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